Cronicas de barsucho

jueves, 18 de octubre de 2007 | |

La volví a ver luego de un año, y por favor un año de putas madres, bueno la volví a ver, solo a ver.
La conocí en una bar luego de habernos juntados con algunos poetas. Recuerdo que fuimos a una peña de corte huaso de derecha, de la cual arrancamos literalmente, luego de unos vinos junto con el poeta Horacio Parra y Fidel Guerra, cada uno salio rumbo a distintos lados de la noche y como les decía ese año fue un año de putas madres y yo me fui a meter a un bar, un asqueroso bar del cual muchas beses salí arrancando o vomitando, (esa noche salí y rompí un baso), pero ciertamente esa noche entre y la encontré, no se quien me la presento, algún mutante del rock, nos pusimos a hablar ligeramente y sin reparo de nada, a lo que me dije “nada mejor”, delgada como solo las delgadas saben, trate de besarla entupidamente, dijo que primero le recitara, dijo que siempre las cosas salían mal a la primera, que no me preocupara, luego vino lo de recitar, debo aclarar que ya he recitado en publico, mas nunca a una mujer y medio borracho, aclaro que hice lo posible por salir airoso de aquella tan entupida situación, que al otro día y en buen estado deteste, pero si, recite hilé un montón de versos que con muchas ganas y memoria pude recordar, no recuerdo en absoluto el resultado de tal poemas o mejor dicho guaipe pero un guaipe con grasa y cerveza, mucha cerveza, ella lo agradeció con lo que note que estaba en un estado muy simular al mió, luego pensé en la probabilidad que ella solo se hubiera burlado de mi estupido acto (en aquel momento, “heroico”) en fin, recite lo que pude, y seguimos hablando y fumando de lo que viniera, yo me burlaba de los demás comensales, ella hablaba de Santiago, y cosas así, yo le hablaba de mi gato ella de su chaqueta. No sabia el por que la cuestión no corría como de costumbre, pensé en la posibilidad de que el amor en ciudades mas lentas como las nuestras fuese en efecto mas lento, pero ella vivía en Santiago, aunque viajaba mucho a Los Andes, y yo vivía en Valparaíso, pero aquellos días los pasaba en la misma ciudad. En fin la noche termino luego de que el bar se volvió un caos y ella se perdió y yo me quede conversando con una de sus amigas, a la cual preguntaba ¿por que se pierde? A lo que ella respondía – no se, pero que no me preocupara, que ella se quedaba en su casa y que podía ir – fantástico pensé yo, pero como cuento el bar era un caos y al parecer la chica delgada se perdió como los mas de veinte cigarrillos que compartimos, eso si, solo de forma física (lamentablemente su mejor forma) . Seguimos comunicándonos espacialmente ya sin humo ya sin cervezas ya sin ninguna excitación mas que un ridícula llamada telefónica, nunca se concreto nada, es la ley de la noche, una y nada más, y al parecer es una buena ley, abecés salía en mis poemas,(me empecine en convertirla en fantasma) y cuando por fin la vi luego de un año, me hubiera gustado decírselo, me imagino que le hubiera encantado saberlo (a quien no), pero no, y aunque se que me vio y me miro y aunque la mire y me alegre de verla y de verla tan hermosa como siempre, aunque hacia frío, ese terrible frío, que mas perece el ángel de la muerte, nunca absolutamente nunca le diré lo bella que es, y para que, si ya lo sabe, si todas lo saben…

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